La arquitecta extremeña Carmen Benítez firma el diseño del Museo de Rapa Nui, en la Isla de Pascua (Chile) junto a tres compañeros chilenos
Modificado el jueves, 26 diciembre 2024
La arquitecta extremeña Carmen Benítez, (@carmenbenitez.arq) residente en Herrera del Duque, un pequeño municipio de Extremadura, ha logrado un destacado reconocimiento internacional tras ganar, junto a los arquitectos chilenos Eduardo Tapia, Nicolás Vivar y Diego González, el primer premio en el concurso para el diseño del nuevo Museo de Rapa Nui en la Isla de Pascua, Chile.
El concurso invitaba a los participantes a proyectar un nuevo espacio que pusiera en valor los atributos de la cultura tradicional de Rapa Nui. La Isla de Pascua es conocida por su impresionante legado arqueológico, representado por los moáis, y por su rica herencia polinesia. En este contexto, el concurso convocaba a los participantes a proyectar un espacio que pusiera en valor los atributos culturales tradicionales de Rapa Nui, específicamente su arquitectura ancestral.
Durante generaciones, el pueblo Rapa Nui desarrolló una cultura derivada de la necesidad de relacionarse con el mar, llegando a extrapolarse esta a su entorno construido, destacando la hare paenga, una tipología vivienda popular de la isla también conocida como «casa bote» pues su forma recuerda a una embarcación invertida.
La propuesta de Benítez y sus compañeros destaca por su sensibilidad hacia la tradición de la isla, tomando como referencia este elemento arquitectónico tradicional como inspiración principal para el diseño del Museo y planteando una serie de naves dispuestas sobre el terreno en una formación ligeramente radial, adaptada a las curvas de nivel del paisaje.
Esta disposición de las naves sugiere la idea de un conjunto en movimiento que ha sido interpretada por el jurado como ‘embarcaciones navegando en un manto verde, (…) como una metáfora del océano’, evocando así la llegada de las primeras embarcaciones de los descendientes del Rey HotuMatu’a desde Hiva. De este modo, la interpretación de partida de la casa bote, cierra el círculo de una mirada en común a la inspiración naval original, referencia que sólo podía ser interpretada por el propio pueblo Rapa Nui, al formar parte de su memoria ancestral.
La propuesta arquitectónica también resalta por su capacidad de adaptarse a las necesidades funcionales del museo.
El tipo arquitectónico de la nave otorga una espacialidad interior flexible que permite albergar exposiciones que se adapten a diversos guiones museográficos. Desde el punto de vista constructivo, el sistema prefabricado en madera laminada, permite salvar grandes luces, creando un espacio diáfano, además de presentar otras ventajas como la rápida fabricación, traslado y posterior montaje en obra, cruciales al encontrarse de un territorio aislado.
En cuanto a los volúmenes que conforman el conjunto, cada una de las naves adquiere distintas características de acuerdo al programa que acoge. De este modo, éstas varían tanto en su longitud, como en el grado de apertura de su cerramiento, determinando su vinculación entre el interior y el exterior, así como con las otras naves del conjunto.
Esto facilita la permeabilidad del proyecto, otorgando una experiencia de exploración a través de espacios intermedios, característicos de la arquitectura rapanui tradicional, que se configuran como patios cubiertos que evocan el concepto de taupea, espacios abiertos, umbrales y senderos, conectando con el programa exterior y permitiendo, de este modo, dominar la extensión territorial del proyecto.
La distribución del programa está íntimamente ligada a la relación entre los volúmenes y el recorrido que los conecta. Los 4 volúmenes centrales presentan una vocación más pública, disponiéndose en torno a un patio central y concentrando las áreas de exhibición y otros recintos abiertos a los visitantes, como la biblioteca, la tienda y la cafetería. Éstas forman parte del itinerario que tiene como colofón el patio central destinado a exhibiciones exteriores y actividades ceremoniales.
En contraposición, los dos volúmenes que se disponen a cada extremo del conjunto poseen un carácter más privado, ajenos al recorrido del visitante o, al menos, restringiendo el acceso a un público más acotado. Estos volúmenes concentran el programa administrativo y profesional, así como depósitos y talleres.
La propuesta genera complejidad y riqueza espacial mediante la interrelación de elementos sencillos que se repiten, en este caso, naves que remiten a la tradición arquitectónica isleña. Los vínculos y correspondencias que se establecen entre ellas son las que definen al conjunto que se erige como escenario en el que exhibir y preservar el patrimonio cultural de la isla.
En nuestro contexto regional, Extremadura, la influencia de la hare paenga y su lógica constructiva también puede entenderse como una conexión interesante entre tradiciones arquitectónicas de dos territorios físicamente distantes, pero que comparten su profundo respeto por el paisaje, la cultura y las potencialidades históricas del entorno.
Desde el COADE felicitamos a nuestra compañera Carmen Benítez por ser adalid de la arquitectura extremeña en esta rica región y le deseamos la mejor de las suertes en esta apasionante aventura chilena.